En 1948 se publicaba la novela futurista Walden Dos escrita por B. F. Skinner (1904-1990). La misma estaba ambientada en una sociedad donde el conocimiento sobre las interacciones humanas era utilizado para reforzar las actitudes adecuadas y eliminar las incorrectas. El fundador de esta nueva sociedad, un álter ego del autor, señalaba: “Solo he tenida una idea durante toda mi vida, una idea, en realidad, fija (…). Control es la expresión de aquella idea. El control de la conducta humana.”
Skinner es considerado el padre del conductismo, la corriente de la psicología cuyo objeto de estudio es la conducta y que buscaba controlarla basándose en el refuerzo de los comportamientos adecuados. Para los conductistas el control de la conducta debe ser mediante un sistema con códigos muy explícitos, los suficientemente transparentes como para que todos puedan conocerlo y manejarlo. Desde este punto de vista, reforzar las conductas apropiadas genera un trabajo permanente de retroalimentación. Cada estudiante tendría un refuerzo (positivo o negativo) inmediatamente después de cada respuesta, lo que generaría un proceso de consolidación de los éxitos y eliminación de los errores. Los refuerzos, para los conductistas, siempre son premios.
Skinner plantea una crítica a la educación tradicional, argumentando que son muchos alumnos como para reforzar cada conducta/respuesta. Esto genera poca interacción directa entre los estudiantes y el docente, lo que lleva a que pase mucho tiempo entre respuesta de los primeros y el estímulo, es decir la devolución. Si un docente tiene que llevarse veinticinco ejercicios para corregir, al momento que los devuelva va a haber pasado mucho tiempo y se pierde el efecto de una inmediata retroalimentación. Para que el modelo conductista en educación funcione, propone Skinner, el proceso entero de llegar a hacerse competente en una materia deberá dividirse en un gran número de pasos muy pequeños y el reforzamiento debe incidir en cada uno de ellos en forma inmediata. Cada paso del proceso será lo más corto posible y la frecuencia del reforzamiento se elevará al máximo.
En los años cincuenta fue uno de los precursores en el diseño de una “máquina de enseñanza”, que suponía una efectiva implementación de la educación conductista. La rudimentaria máquina iba presentando materiales graduando su dificultad. Una vez resuelta la actividad, el aparato permitía una inmediata corroboración de la respuesta acertada y así modificar la secuencia de ejercicios según las respuestas de los alumnos, ya que detectaba el registro de errores comunes.
Todavía era demasiado temprano, el desarrollo tecnológico aún no era suficiente. Pero el frustrado proyecto marcó el inicio de la enseñanza adaptativa basada en computadoras.
Duolingo: la máquina de aprender
Los avances tecnológicos recientes revitalizaron el sueño de Skinner. La fuerza de la datificación de la educación es la gran avenida por la que circulan los algoritmos capaces de predecir el aprendizaje de los alumnos. Las plataformas adaptativas utilizan grandes cantidades de datos (big data) generados por la interacción entre los alumnos y los materiales educativos digitales para encontrar patrones que permitan acelerar el proceso mediante la personalización de los contenidos.
El ejemplo que corporiza el fantasma de la big data se llama Duolingo, una revolución adentro de un vendaval de cambios educativos. ¿Por qué llama la atención Duolingo? Por dos motivos: su capacidad de expansión y su modelo de enseñanza, cada vez más popular en los pasillos digitales de la educación.
Duolingo es la mayor plataforma mundial de aprendizaje de lenguas extranjeras. Nació de la iniciativa del guatemalteco Luis Von Ahn previamente conocido por sus inventos previos que lo hicieron millonario al ser vendidos a Google. Lanzada en 2012 la plataforma tuvo un crecimiento exponencial. Actualmente cuenta con 200 millones de usuarios.
Duolingo combina tres estrategias cruciales de innovación educativa mientras va moviendo la frontera de la tecnología para incrementar su impacto:
1) Aprendizaje de multitudes: en total los usuarios completan seis miles de millones de actividades por mes. Con su participación, cada usuario ayuda a los demás construyendo una memoria colectiva de traducciones de escala exponencial. Los usuarios contestan preguntas multiple choice, traducen palabras, frases y textos completos, valoran la traducción de otros e incluso traducen oralmente a un micrófono.
2) Inteligencia Artificial: la big data es el segundo componente de la estrategia Duolingo. El sistema de datificación de esta plataforma transforma la cantidad en calidad. Cuanta mayor sea la intervención de millones de humanos mayor será la precisión de los algoritmos de aprendizaje adaptativo. Con muy pocas intervenciones, los algoritmos estiman el nivel de los usuarios, predicen tipos de ejercicios que podrán realizar y personalizan el aprendizaje como si estuvieran leyendo que pasa en nuestras neuronas. Las habilidades concretas de los aprendices son permanentemente testeadas, lo que da lugar a un conocimiento pormenorizado de las formas de aprender cada idioma según los diferentes niveles de conocimiento y formas de estudio.
3) Gamification: en Duolingo muchos sienten que no están aprendiendo. Los juegos, los rankings, los puntajes, las medallas de reconocimiento y los lingots (la moneda virtual de la plataforma) hacen sentir la experiencia como si fuese un pasatiempo, y pavimenta el camino para el aprendizaje. Sus algoritmos están diseñados para atraer y retener a los alumnos. Diversos recursos visuales y efectos sonoros producen que te den ganas de seguir para ganar premios y superar el propio puntaje y el de los demás. Por todos lados hay microincentivos para que te quedes en la plataforma.
Un fantasma recorre la educación, el fantasma de los algoritmos.
El mercado tecnoeducativo está conquistando territorios, escuelas y estudiantes a fuerza de datos, patrones, retroalimentación inmediata y perfiles de aprendizaje.
En la era de la inteligencia artificial (IA) el avance de la big data parece haber encontrado en la educación un terreno fértil para su desarrollo. El ensamble de la inteligencia artificial, la biotecnología, las neurociencias y los intereses comerciales de conquistar la atención a toda costa están re-editando los sueños del conductismo.
Cada contacto del alumno con las plataformas digitales permite extraer información detallada de su manera de aprender. La ambición de medirlo todo nos está llevando a una nueva pedagogía del control de los comportamientos basado en incentivos. Lo que antes nos parecía ciencia ficción hoy se vuelve realidad. Quienes en la actualidad se dedican a diseñar estas plataformas sueñan con decodificar el aprendizaje humano.
En la lucha por nuestra atención, no tenemos que dejar que los algoritmos y sus microincentivos le ganen al deseo, la voluntad y el sentido de aprender. En definitiva, no tenemos que dejar que despojen a la educación del aspecto humano.
La nave de Teseo 